domingo, 22 de abril de 2007

Envidiosos ¿?


Primero que nada, puedo decir que obviamente no es una virtud; algunos la califican como un pecado, etc. Mas para mí, una persona envidiosa es un ser odioso.
Dicen que “la envidia de una mujer, hace más fuerte a la otra”; pues bien, no estoy totalmente de acuerdo con ello, aunque tiene cosas ciertas. La envidia no es sana, y eso todo el mundo lo sabe, más aún cuando llega a ser tal que se transforma en destructiva.
Por lo general se da en gente que sabe que no puede llegar muy lejos o que le da rabia ver a otra persona surgir; por esa razón, atentan contra tu integridad sicológica haciéndote sentir inferior, poniéndote a su altura, haciendo que caigas para que siempre te quedes estancado. Es eso lo que ellos pretenden. Quisieran tener lo que tú tienes, pero saben que es imposible o muy poco probable que suceda, y es ahí donde comienza a manifestarse la envidia dentro de ellos.
Pero suena muy despectivo llamarles “inferiores”, más aún sabiendo que nacimos con las mismas cualidades y en las mismas condiciones. Entonces, ¿a qué viene la envidia? Si todos tenemos las mismas oportunidades, entonces, ¿Por qué tienen que existir los envidiosos? ¿Será, acaso, parte de la naturaleza humana querer tenerlo todo? Esto quizá me lo respondí a mí misma en el ensayo anterior de Ambición, pero a veces noto una pequeña semejanza. No estoy diciendo que sean iguales y estén relacionadas, pero el hecho de querer más de lo que se te ha dado sería algo en común entre los dos términos. En fin, no voy a mezclar los dos ensayos, y me concentraré en lo que es la envidia. En sí, es querer lo que el otro posee, pero si no se logra, destruir a la persona o haciéndole creer o ver, quizá, que es una persona penosa que no sirve para nada y que, poco menos, a este mundo sólo llegó a causar malestar a los que le rodean. Éstas serían las armas más poderosas de este tipo de personas; jugar con la mente del afectado o poner al entorno en su contra, ya que ellos solos no pueden. Necesitan sentirse seguros, necesitan sentirse apoyados en este cometido, porque simplemente no les alcanza para hacerlo solos. Ellos quieren ver a la otra persona humillada, rechazada y sólo en ese momento alcanzan su felicidad.
Pero debe hacérseles monótono todo esto… ¿o no? ¿Es tanta su maldad que pueden ser capaces de llegar aún más lejos? No lo sé, pero hay gente que no se cansa. Quieren que todos estén pendientes de ellos y cuando llega alguien que acapara más la atención que ellos, pues bien, esa definitivamente es la víctima. Entonces, ser bonita, inteligente, simpático, atractivo, etc. ¿está mal? ¿es malo sobresalir? ¿es malo llamar la atención por cosas positivas? ¿está mal tener algo que los demás no? A esta última interrogante muchas veces la asocio con la vanidad.
Simplemente, las personas que son envidiadas por otros, son personas que supieron sobresalir aprovechando al máximo sus capacidades y lo que Dios les dio. El resto, los envidiosos, son unos resentidos que no saben qué hacer con sus vidas; también se da el caso en que, alguien que estuvo muy, muy arriba, por azares de las vida cayó a un punto en que él mismo se considera mediocre, el último lugar en el que pensaría estar. Pero bien, así termina, y luego, a la gente que sube, que llega más alto, trata de hundirlos, de hacerles la vida imposible, porque le da rabia ver que alguien está más arriba que él, eso le pesa y lo come por dentro.
Pero así es en la realidad, y se da en todos los estratos socioeconómicos. La envidia no distingue clase, raza, religión, etc. A cualquier lugar donde uno vaya, siempre se va a encontrar gente envidiosa, que muchas veces inventa cosas para poner al resto en tu contra, miente. Pero, dependiendo de cómo se tome, la persona envidiada puede sentirse mal o también puede sentirse demasiado importante y valioso, como para que otros sientan cierto deseo de tener lo que él posee. Y esa sería la segunda parte del dicho que anoté al principio y que le encuentro mucha razón. No puedo decir que me admiran positivamente si me envidian, pero al menos reconocen que soy bueno/a en algo y eso, ya es importante. Y aunque traten de hacerme flaquear, es obvio que no lo conseguirán si ya han fortalecido la confianza en mí.

domingo, 8 de abril de 2007

Ambición


Ambición… en algunas partes se le define como la pasión desenfrenada por obtener fama, honores, etc. Podría calificársele de vicio; una insaciable manía de querer conseguir todo cuanto posee este mundo. Lo importante es no caer demasiado bajo ni convertirse en un “monstruo” hambriento por obtener más. Hay quienes no lo logran y dejan que la ambición controle su vida y ahí es donde la cordura se pierde.
Para mí, la Ambición puede verse de dos formas: la primera, tiene que ver con lo que es avaricia; y la segunda con lo que es superación, aspirar a ser algo más, porque, si bien es cierto, la ambición no es una virtud, pero también depende mucho de la perspectiva que se tome.
Si, por ejemplo una persona que lo tiene todo aún así desea más, aún a costa de sacrificar otras cosas más valiosas, como en algunos casos, el cariño de su familia, podemos decir que esa persona es una egoísta, un avaro. Quererlo todo para él, no importa cómo. Otros lo llamarían un “cerdo”, pues ya tiene el “estómago” lleno, pero aún quiere más, no se satisface con nada. Por otro lado, una persona que quiere saber más, tiene hambre de conocimiento, por una buena causa que es estudiar para llegar a ser alguien en la vida, es un tanto distinto. No se puede comparar eso. Por lo menos eso no cabe en mi razonamiento. ¿Acaso, está mal querer aprender más? ¿Es malo o está prohibido acaso el querer superarse? Al fin y al cabo todos tenemos ambiciones. Sin ellas no podríamos fijarnos una meta. Es imposible llegar algún lado, en este mundo, sin un objetivo claro. No se puede ir por la vida pensando “¡Oooh! Todo estará bien. Si no soy ambicioso, Dios me recompensará por ser una persona virtuosa”… así no funcionan las cosas, al menos no en nuestros tiempos. Si no tienes una meta fijada, no vas a lograr nada. La ambición en ciertos casos es provechosa. La ambición de llegar lejos te lleva a tu destino; muchas personas que alcanzan sus ambiciones personales las tomamos como un ejemplo de superación. O acaso una persona que no puede caminar y que anhela con todo su ser ponerse de pie, y esa es su meta y su ambición… ¿podría decirse que es una persona egoísta o avara? ¿Por querer surgir? Egoísta sería quitarle ese sueño.
Esta semana la tomé para reflexionar sobre este tema, y llegué a esta conclusión. El ser humano siempre va a aspirar a ser algo más, porque en este momento, alguien que no aspira a nada, obviamente no llegará a ningún lado; lo que siempre quiere es dejar de ser una simple persona para convertirse en algo superior; algunos quieren ser idolatrados como dioses en vida, otros simplemente recordados una vez muertos, pero sea cual sea el motivo, siempre tiene que haber de por medio una ambición. Aunque se le considere un acto poco virtuoso, que se le asemeje a lo que es la avaricia en muchas ocasiones.
También, me fijé en que la gente cada día está más desconforme con lo que tiene, y cada vez quiere tener más… como dijimos hace una clase, las necesidades del hombre son muchas e ilimitadas, mientras que los recursos, para satisfacer todas nuestras necesidades, son escasos. Pero si nadie se esfuerza por obtener lo que quiere, es difícil lograr su cometido. Si una persona se esfuerza por aquello, ¿estaría siendo una “mala persona” por alcanzar su objetivo?
Me crea muchas confusiones este problema, porque todos tienen una mala imagen de la gente ambiciosa; en lo personal, las personas que teniendo mucho desean aún más, aún más poder, riqueza, fama, para mí son personas ambiciosas y avaras, quieren concentrarlo todo ellos dejando sin oportunidades al resto. Mas, si alguien que no tiene mucho o no tiene nada, quiere surgir y para ello se fijó metas y ambiciones para no desistir de su deseo, no la considero una mala persona por ello; sí ambiciosa, pero es en estos casos donde las ambiciones tienen una lado positivo. Toda la gente tiene derecho a surgir y a perseguir sus sueños, siempre y cuando no sea atropellando a sus pares, respetándolos y brindando su ayuda y apoyo si es necesario. Tampoco es malo colaborar con las ambiciones de otro…

domingo, 1 de abril de 2007

Hambruna...


Primero, ¿qué es hambruna? Para mí hambruna es un hambre intensa, una necesidad de alimento, pero que no puede saciarse. Dos días fueron necesarios para que entienda este concepto, claro que en dos días no se puede llegar a saber ni experimentar lo suficiente. Hay gente que tiene que vivir con esto todos los días que resiste todo un día sin comida en su estómago, pero no porque así lo quiera: es porque así la vida se lo ha impuesto. Este ejercicio me fue de mucha utilidad para entender la importancia de alimentarse bien... y entre otras cosas, a valorar lo que poseo.
Bien, me pidieron dos días de ayuno; yo hice tres. El primero, fue el peor quizá, porque dejar de comer de un día para otro es algo muy drástico, un cambio radical. Pero no fue tan malo como lo pensé. Me levanté muy bien, como de costumbre, pero cuando me estaba abalanzando sobre la caja de cereal me acordé que no debía comer. Pero algo dentro me decía “¿Y por qué no?” Bien me inventé excusas a mi misma. Al final no desayuné. La mañana pasó sin que me diera cuenta, eso sí sentía que todo lo que pasaban en clases no lo retenía. Era como me decían cuando niña “te entra por un oído y te sale por el otro”. Sentía como si tuviera un tubo de vacío en cabeza. Bien, falta de concentración fue lo primero que noté, el primer cambio, aparte del molesto dolor en el estómago. No quise entrar al almuerzo. NO quería tentarme con la deliciosa comida que mis compañeros llevaban. Luego, al salir de clases, era tanta el hambre que tenía que quise comprar algo; y ahí recordé que no tenía dinero. Bien, no importó; pensé que llegando a mi casa podría comer algo. Pero no podía olvidar que esto era una tarea, así que puse mis responsabilidades antes que mi estómago, y me limité sólo a tomar agua. Por un lado fue bueno, siempre olvidaba tomar agua, pero ya no. Además la hidratación es importante.
El segundo y tercer día ya no fueron iguales al primero. El estómago no me dolía tanto. Seguía con la mente vacía, pero pensaba “bien, en un rato más se acaba el ayuno”. Cuando eso cruzaba por mi mente me decía a mí misma: “Ojalá la gente hambrienta pudiera decir lo mismo… esto se va a acabar”. Mantenía mi mente ocupada en otras cosas, como por ejemplo entender las materias, aunque no me hubiera concentrado en clases, escuchar música, subir y bajar las escaleras, etc. Hacer cualquier otra cosa, siempre y cuando no tuviera que bajar al casino del colegio. Al almuerzo me quedaba leyendo afuera para no sentir el aroma a comida que llevaban mis compañeros. Trataba de concentrarme en la lectura, pero, aunque quisiera, no lo conseguía. El sólo hecho de pensar que los demás estaban comiendo y no tenían ese vacío en el estómago, hacía que me maree y el estómago me dolía. Andaba con sueño, aunque hubiese dormido diez horas; mis movimientos eran torpes y una vez me dio un calambre. La falta de nutrientes causó todos esos “estragos” en mí, en tan sólo tres días. También el hecho de estar acostumbrada a comer y que no me faltara el alimento influyó.
En fin, después de esta experiencia, como dije anteriormente, aprendí muchas cosas. Valorar lo que ahora poseo. Siempre tuve comida y es quizá por eso que no le doy valor a esas cosas, porque sé que siempre van a estar ahí… o al menos es lo que creo. Pero el hecho de que ya no estén me pone en una situación difícil que no creo poder superar. Pero después pienso en las personas que no llevan una vida como la mía y, por un lado, me siento afortunada de lo que me han dado, mientras que por otro, siento que soy una especie de bestia, por comer y a veces regodearme sin pensar en que hay gente que no está en las mismas condiciones y que le encantaría estar en mis zapatos. También puedo rescatar que aprendí a darle importancia a alimentarme correctamente y no desperdiciar nada.


El trabajo en sí ayudó mucho en cuanto a valores, y nos ayudó a comprender y conocer otras realidades, lejanas y desconocidas para la mayoría, pero quien sabe si en el futuro a alguno de nosotros le toca vivir esto… es bueno saber que se siente anticipadamente.
 

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